Recortes de un plano de ruta sobre imagen de calle vacía

Mapa de Tucumán.
Fotograma extraído del tríptico audiovisual Randa Testigo

Tucumán es una provincia del noroeste Argentino, sede de la declaratoria de la independencia en 1816. Mucho antes de que los españoles llegaran a estas tierras,  ya habían llegado los Incas. Antes que ellos era territorio habitado por Quilmes, Amaichas y Colalaos entre otras comunidades que hoy son minorías excluidas. 

Los pueblos prehispánicos dominaban a la perfección ciertas técnicas textiles que convivieron con técnicas españolas y aún hoy se transmiten de generación en generación. 

En 1565 en el centro oeste de la provincia los españoles fundaron Ibatín, la primera capital de Tucumán. Las damas castellanas que allí se afincaron, entre sus labores traían los encajes a la aguja, que supieron pacientemente transmitirlo a sus descendientes.

Ese mismo lugar está en el actual departamento de Monteros. Allí se encuentra El Cercado, una comuna rural donde se concentran la mayoría de las Randeras.

La Randa opera como un objeto y un saber. 

A través de ella se producen transferencias culturales de un lado y el otro del océano. 

Ha sido una técnica vinculada a una clase, una religión, a unas prácticas específicas, que con el correr del tiempo ha ido tomando distintos rumbos. 

Las damas castellanas, que trajeron estos encajes a la región, ya no son tales. Siglos después se convirtieron en tucumanas que han trabajado en el surco, que han realizado trueques de sus productos para poder subsistir, y que hoy construyen su identidad a partir de este legado.

Ser mujer en El Cercado es ser Randera, dice la antropóloga Lucila Galindez, y muy probablemente no de una generación sino de cuarta o quinta. Por este motivo, la Randa ha sido declarada patrimonio cultural en Tucumán en el año 2015.

Hábitat nos lleva al ambiente natural en el que se inscribe y desarrolla este encaje, y nos convierte en testigos de un diálogo actual entre randeras, artistas y diseñadores.

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