Fotografía de 1882, tomada por Napoleon Sarony.
Fuente: Wikipedia
En el ámbito de la moda masculina, existe una variedad de elementos que han contribuido durante mucho tiempo a la elegancia y el buen vestir. Dentro de este contexto indumentario, algunos elementos son considerados esenciales, mientras que otros se ven como prescindibles. Esta distinción entre esenciales y no lleva a que muchos estudiosos de la moda los clasifiquen en dos categorías: complementos y accesorios.
Entonces, cualquier objeto que no se considera una prenda de vestir, es un complemento, más o menos importante, pero siempre indispensable. Un complemento, por definición, completa e integra el conjunto, y es fundamental para algo más que la simple apariencia física. Representa un lenguaje intangible dentro del sistema de signos de la vestimenta, lenguaje que se expresa sin palabras y se comunica a través de estos objetos.
Sin embargo, cuando se examina el contexto en el cual se presentan, estas categorizaciones absolutistas pierden su sentido.
¿Pensarían figuras históricas como Brummell, Proust o Wilde, admirados y hasta envidiados por su superlativa apariencia, que su bastón era menos importante que su sombrero, guantes o abanico? ¿Podrían siquiera pensar que su camisa impoluta no llevara una corbata o moño? ¿Olvidarían sus gemelos o su anillo de sello? Definitivamente no.
Cristina Quiroga Pellet
Vitrina Accesorios Masculinos S.XX
Fotografía Leandro Allochis
Vitrina Accesorios Masculinos S.XIX.
Fotografía Leandro Allochis
Vitrina camisas con cuellos y gemelos.
Fotografía: Leandro Allochis
Vitrina cuellos almidonados y puño.
Fotografía: Leandro Allochis